Había veces que mi viejo iba a cazar solo. Por ejemplo, le gustaba ir con la gomera a cazar palomas al bosque de eucaliptus y casuarinas que rodeaban la estancia de sus abuelos paternos, Graciana y Pedro. Leer más
Autor: El duende (página 1 de 4)
Me pareció increíble que incluso mi viejo de chico, con diez años, cazara con boleadoras. Leer más
Por ese entonces, mi viejo no solo iba a cazar palomas. También acompañaba a cazar perdices al padre de su amigo y vecino Tati Micuzzi. Porque Tati tenía un perro perdicero, un lujo de perro, un Pointer. Se llamaba Tilo. Leer más
Amigo querido, estamos volviendo del viaje que hicimos por el Calafate y el Chalten. Este último, es el pueblo más joven de Argentina, hace sólo 20 años, cuando nosotros ya estábamos en la facu, ahí solo había 100 personas. Ahora es un pueblo hippie, dónde gente de todo el mundo los visita para hacer trekking. Buena onda mal.
Leer másCuando me fui a vivir por primera vez con mi pareja actual, al principio no me resultó fácil. Me exasperaba que, por primera vez en años, alguien me estuviese regañando casi todo el tiempo. Cosas que dejaba fuera de lugar, la toalla que dejaba húmeda en el baño en lugar de sacarla al balcón, otras cosas que no trataba con el suficiente cuidado. Me resultaba inconcebible sentirme incómodo, tener que andar con cautela, en mi propia casa. Yo sabía que yo tenía razón, y traté de explicárselo, pero no parecí convencerla. Ahí estaba entonces un peligro, un riesgo, con el potencial de enquistarse y, como en tantas otras parejas, devolvernos a nuestras anteriores casas, separados para siempre, en menos de tres meses.
Leer másCreo que tendría unos doce años. Era la época de las primeras computadoras personales, de las AT 286, de los discos flexibles y de los monitores ámbar o en blanco y negro. Mi tía tiene una gran farmacia, y por ese entonces, cuando algo no iba bien con el programa que le permitía vender y facturar, me llamaba. No sé bien cómo, pero se lo terminaba solucionando. “¡Es un genio!”, decía mi tía a los gritos, ante la mirada incrédula de los clientes. “Gracias, Nahuel”. La sensación de gran satisfacción que me invadía al salir por la puerta habiendo dejado las cosas solucionadas, aún la recuerdo.
Leer másHoy el duende me dice:
Cómo es que te regalo lo que ayer tanto me costó.
Me fui al mazo, y solo te dejé jugando.
Acostumbrado a dejarme ganar, será por eso que no me importó.
Aunque hoy me doy cuenta de este desastre, no se dónde se me perdió.
Habrá que callarse y dejarlo estar, no hay consuelo si no hay dolor.
Algunos amigos de Argentina me preguntan qué está pasando en Cataluña estos días. También compañeros de trabajo que están en la India o en Israel. Aquí les cuento unas cosas desde mi pequeñísimo día a día. Leer más
Algunos amigos de Argentina me preguntan qué está pasando en Cataluña estos días. También compañeros de trabajo que están en la India o en Israel. Aquí les cuento unas cosas desde mi pequeñísimo día a día. Leer más