Algunos amigos de Argentina me preguntan qué está pasando en Cataluña estos días. También compañeros de trabajo que están en la India o en Israel. Aquí les cuento unas cosas desde mi pequeñísimo día a día.
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Camisetas blancas
Estoy en Madrid, es Martes. El domingo pasado más de dos millones de personas votaron en el referéndum por la independencia de Cataluña. La Guardia Civil y la Policía Nacional intentaron impedirlo (el referéndum había sido convocado a partir de una ley catalana, que había sido a su vez suspendida por el Tribunal Constitucional de España). Hubo cargas contra la gente, con cientos de heridos. Estoy en la oficina, en un espacio entre reuniones, y aprovecho para llamar a casa y hablar con las niñas. Me atiende Cala, de 8 años.
– Hola papi
– Hola mi amor, ¿cómo te ha ido en la escuela? – le pregunto sabiendo que hoy no ha ido.
– Hoy no fuimos
– ¿Y eso? ¿Por qué?
– Porque no había escuela.
– ¿Y por qué no había?
– Porque los policías ayer han pegado a la gente
– ¿Y qué tiene que ver eso con la escuela? – la pongo a prueba
– Porque para protestar, como está mal pegar a la gente, es que no hemos ido a la escuela.
Me encantó lo bien que me lo explicó. Sin dudar y con palabras tan precisas. La felicité por su explicación.
El viernes le digo a Cala:
– ¿Sabes Cala? Mañana Sábado a lo mejor vayamos todos, con mamá y Mirta a Barcelona. A una marcha, para pedir que lo políticos no se peleen, para que se escuchen y dialoguen. Hay que ir de blanco.
– Yo no quiero ir.
– Pero si va a estar bueno, después podemos ir al parque de la Ciudadela. Tal vez venga el padrino también.
– ¡Yo no quiero usar camiseta blanca!
– Pero Cala, es para pedir por la paz. Hay que ir de blanco.
– ¡Yo no voy!
– ¿Pero de qué color querés ir?
– De negro o rojo.
Yo creo que si Cala pudiese votar, votaría por H&M. Es imposible hacerle cambiar de opinión en estas cosas.
Al otro día voy solo a la concentración. Me pareció mejor que sea así. He leído de gente que le han gritado “fascista” por no defender la causa independentista. Hay cierta tensión en el ambiente. Gente a favor de la independencia. Gente a favor de la unidad. Gente a favor del diálogo. Gente en contra de las cargas policiales. Gente en contra del sistema en general.
¿Qué pensarán mis vecinos y conocidos que defienden la independencia si me ven apoyando algo diferente al “sí”? Podría decir que me da igual, y que tardé un segundo en decidirme en ir a la manifestación. Pero todas esas ideas se me pasaron por la cabeza.
En la manifestación todo se desarrolla con mucha tranquilidad. Me encontré con algunos amigos. Dos de las chicas están embarazadas. Una de ellas además ha venido con la hija de tres años. Toda la gente de blanco, frente al ayuntamiento de Barcelona, en plaza “Sant Jaume”, con carteles con frases como: “¿Hablamos?”, “Paz”, “Hablad o dimitid”, “Que se besen”, con una imagen de Rajoy, presidente de España, y Puigdemont, presidente de Cataluña. Esta manifestación fue inicialmente convocada por un grupo de amigos de Madrid, para ir al ayuntamiento y pedir por el diálogo. Luego la gente fue extendiendo la convocatoria por las redes sociales, en distintos puntos y ayuntamientos del país.
Luego de una hora en la manifestación, que fue más o menos lo que duró, nos vamos a un bar del barrio del Borne de Barcelona y nos tomamos un vermut. Después de todo estamos en España, es Sábado y hace un sol hermoso.