El duende que todo lo escucha y todo lo ve

Con dedicatoria

Mi madre siempre tuvo mucha energía, desde que la conozco. No para, inclusive ahora que está jubilada, mientras hablamos por teléfono, hay veces que está haciendo un vestido, una torta, una mermelada. ¡O todo junto y escuchando análisis político en la radio a la vez! Es de esas personas, que mientras habla te transmite energía, te lleva a la acción, te causa sensaciones fuertes. Buenas y malas, claro. Te cuenta con pasión una desgracia que vio en la tele, te cuenta sobre lo hermoso que han hecho en la escuela tal o el barrio aquel. Te cuenta los pormenores, reuniones previas al fin, sobre una amiga que murió de cáncer, y todavía me estoy recuperando.

Hace poco que están cultivando un huerto, con mi padre. Las frutas y las verduras crecen todas gigantes. Para mi es del miedo que le tienen a mi madre. ¡Y cuidado si no llegan a crecer, los que les espera! ¡Cuidadito! Esa energía es la que les transmite a los espacios y a los seres que la rodean. Los perros y los gatos nos salieron todos inteligentes. O desaparecieron. Me acuerdo cuando me operaron de apéndice. Hice el post-operatorio más rápido de la historia. Venían de instituciones especializadas a entrevistarme para entender las razones del milagro. Y yo pensaba, “Pero cómo no me voy a recuperar, si esta señora no me dejaba sentarme ni quedarme acostado. Que vos podés, vos podés me decía. Y no me dejaba”. Pero no, eso me lo callaba y dejaba que investiguen en mi dieta, me medían, me pesaban, le hacían preguntas a mis amigos. Pero yo por respeto nunca dije nada.

Ahora están de moda los coach. Yo fui a uno y me gustó. Pero mi mejor coach, sin duda, ha sido mi madre. Siempre me ha dicho, incondicionalmente, “vos podés, vos podés”. Es una voz que me persigue, hasta hay veces creo que me haría la vida más fácil no tenerla. Pero ella está ahí, repitiéndome, “vos podés, vos podés”. Y la verdad que te da tranquilidad y fuerzas pensar y sentir que uno puede. En esos momentos duros, esa voz ha estado ahí. Siempre está ahí.

Así que madre, si me estás escuchando, si ahora mismo tendría que agradecer, como hacen los que reciben el premio a mejor actor, los que reciben el reconocimiento al mejor álbum del año, o un premio nobel, dejame decirte, que te lo dedico a vos, que todo se lo debo a mi madre, que siempre ha confiado en mi. En las buenas y en las malas. Y que eso, más allá de los premios, me ha hecho muy feliz.