No lo recuerdo como algo traumático, ni mucho menos. Simplemente, hubo una época en la que en lugar de juntarme en un bar con los amigos, me juntaba con algunos de ellos en la puerta de los salones dónde se festejaban los cumpleaños de quince, para ver si podíamos pasar. Yo hice escuela secundaria técnica, lo que quiere decir seis años, que sería lo de menos. Lo más importante es que no había mujeres, salvo por Ana. Y por la profesora de literatura, la de educación cívica, la de química y la de geografía. Y ya está.
Sin embargo, mis amigos con los que charlaba y me encontraba los fines de semana, eran los del barrio, los de toda la vida. Ellos sí iban a una escuela con chicas. No eran mucho más hábiles que yo para comunicarse con ellas (el doble de “poco”, sigue siendo “poco”), pero tenían una importante ventaja: eran invitados a los cumpleaños de quince.
De esa época recuerdo muy bien las fachadas del Club Social, y de la Sociedad Española, que eran las principales sedes de los cumpleaños de quince de mi ciudad. Yo prefería la del Club Social, porque la vereda estaba más reparada, pasaban pocos coches y daba a una plaza. Recuerdo esas fachadas blancas, prolijamente pintadas, y con muchos adornos de yeso y molduras, que me hicieron fantasear, a mi y a otros con los que me encontraba por ahí, en hacer una entrada como la hubiese hecho el mismísimo “Zorro” o “Spiderman”, por los ventanales del balcón.
Había una hora que era clave, sobre la 1:00 am, sería. A esa hora ya se había bailado el vals, y ya se había bebido lo suficiente como para que los dueños de la fiesta estuviesen dispuestos a compartir su alegría con desconocidos. Bajaba por la escalera principal la madre o el hermano mayor, y pedía al de seguridad que haga pasar a tal o cuál persona. Yo ahora imagino que no era tan fácil, eran fiestas suntuosas, las familias realmente se dejaban un presupuesto para presentar en sociedad a la niña. Aunque no me lo imaginaba por entonces, pienso que eran fiestas destinadas más a los grandes, que a nosotros, niños y niñas de quince años, acostumbrados a beber cerveza del pico y sentirnos desubicados hasta en nuestra propia casa.
Recuerdo que alguna que otra vez logré entrar a una de esas fiestas, por la influencia e insistencia de alguno de mis amigos. He comprobado que los recuerdos se me agrupan bastante por colores, y mezclo fiestas de quince, con casamiento y bautismos. Eran comunes las charlas posteriores sobre lo que había pasado en la fiesta. Ya pasaron veinte años de esa época, y de muchas puedo contar anécdotas, aunque nunca haya estado.
Poco a poco las fiestas de cumpleaños de quince fueron perdieron protagonismo frente a “El viaje a Disney”, que muchas chicas y padres elegían, en lugar de todo lo que suponía organizar y sufragar semejante evento. Me gustaría que alguna chica que haya disfrutado de ser la “Quinceañera”, me cuente ahora como se sintió en ese rito de presentación social de mujer y cuánto representó en su vida, mirado ahora en perspectiva, con el pasar de los años.
Y me pregunto si todavía se siguen festejando los cumpleaños de quince en mi ciudad, si todavía al pasar un sábado a la 1:00 am, puedo encontrarme a un niño grande en la vereda, al que le hacen una seña y lo invitan a pasar a la fiesta. Y ver en él la excitación en su mirada, la alegría de sentirse muy afortunado y agradecido con el destino. Verlo dar los primeros pasos en el salón principal, abrazarse con sus amigos y comenzar a saltar todos juntos.
Isidro dice:
Genial, yo iba siempre a la puerta del español y nunca entraba. Los del Normal la tenían fácil…
24/02/2016 — 05:15
El Cuervo dice:
Muy bueno nahuel. Me hiciste rememorar grandes momentos.
24/02/2016 — 05:20
El Chapa dice:
Que frio he pasado en esas puertas. Nada comparable a la emoción de entrar. Gracias Nahuel.
24/02/2016 — 19:34
Federico Suarez dice:
Me enamore una vez por cada cumpleaños de 15, cada vez de una distinta, pocas me dieron bola, pero esa sensación, ese tumulto del corazón, nada podrá borrarlo de mis recuerdos!!!!
24/02/2016 — 22:38
Carlos dice:
Grande Nahuelín!!! Yo sabía que el zarpazo que dimos en el Razzmatazz no era algo improvisado!! jajaja Tenías toda una formación en el tema de entrar colado!! Que lindos recuerdos…abrazo grande!!
25/02/2016 — 13:12