El otro día, un día de semana, Cala me pedía hacer algo, porque se aburría. Pero yo había vuelto del trabajo y estaba cansado. Me insistía, como hace siempre. Entonces le pregunté si quería que le ponga el portátil, el PC. No me gusta ponerle la televisión, el móvil con videos, la tablet con el «Pou» y desentenderme. Como idea. Porque en la vida real lo termino haciendo cada vez que estoy muy cansado y agota mi paciencia, es decir, bastante seguido.
Cuando le encendí la máquina, le dije: «Acá lo tenés … pero no tengo juegos acá en el portátil. Pero podés … no se … mirá acá con esto podés escribir». Y le puse el Word. «¿Escribir?». Me dijo desencantada. «Sí, mirá así … podés escribir un cuento». Me alejé y se quedó probando, tocando las teclas. Al rato volví y había escrito esto:
Erase una vec una familia que tenia un pdre que se llamaba Nauhel tanven avia una madre que se llamaba Margr i tamvien abia una niña que se llamaba Cala i por ultimo una niña que e llamaba Mirta estaban paseando por el paseo maritimo bino una tormenta de llelo i los ataco con fuerca mucha fuerca pero mucha fueca i se fueron a su tienda de campaña allí se refugiaron asta que la mama Marga estaba embarracada fueron al ospital le salio el bebe de la bariga de la mama lo cuidaron mui bien asta que se icomallor mallor i iba a estrascola de futbol que se llamaba Dabit le justaba mucho futbol se compraron una casa nueba alcabo de unos dias se casaron i se fueron ala pistina porque era berano se lo pasaron mui bien bolbieron a casa se secaron i fueron a casa de su abuela i se cedaron un mes i medio quando llegaron a casa de su abuela Julia fueron a el parce noslo pasaamos mui bien bolbimos a casa jugamos a juejos de mesa tambien noslo pasamos reeteque bien nos fuimos a la cama dormimos 10 ors ala mañana sigiente era el cumple de Cala le regalaron muxas cosas se lo paso mui bien asta que pasaron los dias i selebro el cumple de Mirta
Le dije que podía imprimirlo, como un libro de verdad, y le encantó la idea.
Ayer me llamó al trabajo desde el móvil de su madre, recordándome que le imprima su cuento. Se lo imprimí, una frase en cada una de cinco hojas, para que le pueda pintar un dibujo en cada una, con número de página y un encabezado que decía «Primer cuento de Cala». Le encantó.
…
Mirta, que tiene cuatro, dos menos que su hermana, hay veces que se queda con alguna frase «de mayor» y la repite, cosa que me hace mucha gracia. Hoy mientras comíamos dijo. «Yo considero …». Y se quedó mirando a ver qué decíamos.
Me hizo acordar que la maestra de la escuela, le dijo a mi mujer que le sorprendía cuántas palabras que usaba para hablar. Pero que también le sorprendía que le costase el cálculo numérico. «¿El cálculo numérico?», pensé yo. ¿Qué cálculo numérico?, si tiene cuatro años. ¿Uno más uno? ¿Dos más uno? Si le han enseñado hasta el tres, ¿Qué cálculo numérico es el que no sabe?.
Lo reconozco, los padres nos ponemos muy celosos cuando dicen algo que no nos gusta de nuestros hijos.
…
Esta tarde salimos con Cala a buscar algún lugar dónde jugar al basquet. Con una pelota de voley. Me sentó muy mal , a mi que me gusta el basquet, darme cuenta que mi hija no tenía una pelota de basquet en condiciones para poder practicar.
Pero metimos la pelota en una mochila y salimos a buscar un aro dónde tirar unos tiros. Fuimos primero a la Plaza del Gas, que estaba cerrada. A La Plana. También cerrado. El de enfrente, con partido de mayores. Así que fuimos a la Plaza Pompeu Fabra. Y ahí sí había dos aros. Uno alto y otro más bajo. El bajo, el que le gustaba a Cala, estaba ocupado por un padre, de más o menos mi edad, y un niño de más o menos la edad de Cala. Le dije a Cala. «¿Les digo de jugar un partido?», y Cala se quedó mirando, con una media sonrisa y los ojos encendidos, sin saber qué decir. Así que les pregunté y, con no pocos reparos, aceptaron. Cala y yo, contra el niño y el padre.
Después de dos o tres minutos, descubrí que Cala no atacaba al aro. Pensaba más en dar el pase que en otra cosa. Y entonces hice lo que siempre me avergonzó de todos los padres que se ponen a jugar al futbol con sus hijos. Le dije, en tono serio, qué tenía que hacer, cómo jugar. Que tenía que atacar. ¡Atacar! Y ponerse cerca del aro para tirar.
Por suerte, mi hija, que con tan pocos años ya es muy sabia (es que lo niños ahora vienen muy espabilados), no me hizo caso y seguía haciendo lo que le salía, con su cuerpo, que empieza a hacer, poco a poco, complicados y nuevos movimientos.
A los poquísimos minutos dijo. «¿Podemos jugar grandes contra pequeños?». Así que cambiamos de equipos, seguimos jugando y finalmente «nos ganaron», según Cala, 9 a 9. «Porque el padre del niño dijo que si metíamos esa última, ganábamos nosotros». Me encató jugar con Cala al basquet.
Mai dice:
Me encantó!!!!! Qué guapas e inteligentes tus hijas!!!
03/02/2016 — 01:11
Susana dice:
Te olvidaste de aclarar que Cala va a la escuela en catalán, por eso muchas palabras que parecen mal escritas, no lo son, por ejemplo la Z se escribe ç: Embaraçada. Mui, esta en catalán, etc
Una genia Cala!
03/02/2016 — 01:25
Mai dice:
Quiero ver impreso el primer cuento de Cala con dibujos!!!!!
03/02/2016 — 12:35
laalegriadelcoyote dice:
Me ha encantado el relato, y también el comentario de la abuela defendiendo la escritura. ¡Amor de padres, amor de abuelos y amor de padrino!
03/02/2016 — 17:39