Es domingo en la escuela. Una jornada de puertas abiertas, o algo así. Niños y padres trabajan juntos, en las aulas. Los pasillos son largos, los techos son altos. El suelo es frío y todo tiene un color crema o blanco. Carlos Rubén y Gaitán, dos casi amigos, entran sigilosos, pero confiados. Saben disimular.